La economía española enfrenta un escenario de creciente vulnerabilidad, especialmente en su sector exterior, como ha alertado el Banco de España. En los últimos años, España ha visto un notable incremento en la contribución de sus exportaciones al Producto Interior Bruto (PIB), pasando del 26% en 2008 al 39% en 2023. Este éxito exportador, que ha sido uno de los motores del crecimiento económico, se encuentra ahora amenazado por un panorama geopolítico cada vez más incierto, marcado por las tensiones comerciales internacionales y la posibilidad de una fragmentación comercial global.
Uno de los sectores más expuestos es el automovilístico, que representa el 10% del PIB y que depende en gran medida de las exportaciones. La reciente decisión de la Unión Europea de imponer aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en China ha generado preocupación en el Gobierno español y en Bruselas, debido a las posibles represalias comerciales que China podría tomar, afectando gravemente al sector automotriz español. Además, la inversión de China en terceros países como Turquía y Vietnam para esquivar sanciones añade una presión competitiva sobre las fábricas españolas, que luchan por mantenerse a flote en un contexto de incertidumbre arancelaria.
La industria automotriz española ha sido durante décadas uno de los pilares de la economía, contribuyendo no solo al PIB, sino también al empleo y a la innovación tecnológica. Sin embargo, su dependencia de las exportaciones —el 90% de los vehículos eléctricos fabricados en España se venden fuera del país, principalmente en el mercado europeo— la coloca en una posición vulnerable frente a cualquier alteración en las políticas comerciales internacionales.
Los aranceles impuestos por la Unión Europea a los coches eléctricos chinos son una reacción a la creciente competencia que supone la entrada de vehículos chinos en el mercado europeo a precios considerablemente más bajos. China, consciente de su creciente protagonismo en el mercado de los vehículos eléctricos, ha respondido trasladando parte de su producción a países como Turquía y Vietnam para evitar sanciones directas. Esta estrategia complica aún más el panorama para las fábricas españolas, que ahora deben competir con plantas en estos países que podrían beneficiarse de condiciones arancelarias más favorables.
Además, las posibles represalias de China, que podrían incluir la imposición de aranceles a productos españoles, representarían un duro golpe para el sector. De materializarse estas represalias, no solo se vería afectada la exportación de vehículos, sino también otros productos clave como el acero, el aluminio, las baterías eléctricas y los paneles solares, que son vitales para el desarrollo de la industria automotriz y otras industrias estratégicas en España.
El contexto internacional actual es particularmente complicado para las economías exportadoras como la española. Desde 2008, el mundo ha atravesado tres grandes crisis: la crisis financiera global, la pandemia de Covid-19 y la guerra en Ucrania. Cada una de estas crisis ha dejado profundas cicatrices en la economía global y ha alterado significativamente las dinámicas comerciales.
El Banco de España ha advertido de que las tensiones geopolíticas y las políticas proteccionistas están creando un entorno de "elevada incertidumbre". El creciente riesgo de una "fragmentación comercial", en la que los grandes bloques económicos, como Estados Unidos, China y la Unión Europea, impongan barreras arancelarias a los productos de otros bloques, es uno de los principales desafíos para la economía española. Esta fragmentación no solo perjudicaría a sectores como el automovilístico, sino también a otros productos de alta demanda internacional, como los bienes de equipo y los productos semimanufacturados.
El caso de Estados Unidos es especialmente relevante. A partir del 27 de septiembre, EE.UU. ha anunciado la imposición de tasas del 100% a los vehículos eléctricos chinos, así como aranceles del 25% al 50% en productos como aluminio, acero, baterías eléctricas y paneles solares. Estas políticas comerciales, si bien están dirigidas a China, pueden tener un impacto indirecto en la economía española, que depende de las exportaciones de estos productos. El hecho de que España sea un importante exportador de bienes industriales y automóviles la coloca en el centro de esta guerra comercial.
A pesar del complejo panorama global, las exportaciones españolas han mostrado una notable resiliencia en las últimas dos décadas. Desde 2008, España ha diversificado tanto los productos que exporta como los destinos de sus exportaciones. En 2023, los productos más vendidos al exterior fueron los productos semimanufacturados, como los químicos y metales, junto con alimentos, bienes de equipo y automóviles. Este cambio ha permitido que España reduzca su déficit comercial de bienes y mejore su balanza comercial.
El sector de servicios también ha experimentado un crecimiento significativo. En 2023, las exportaciones de servicios representaron el 12,5% del PIB, frente al 8,2% en 2008. Esto se debe en gran medida al auge del turismo y a la creciente demanda de servicios no turísticos, como los servicios financieros, tecnológicos y educativos.
No obstante, a pesar de estas fortalezas, el Banco de España ha señalado que la economía sigue siendo vulnerable a factores externos como las guerras comerciales y la fragmentación geopolítica. La competitividad de las exportaciones españolas podría verse comprometida si no se logra adaptarse rápidamente a estos cambios.
La diversificación de los destinos de exportación ha sido una de las estrategias clave de España para reducir su dependencia de los mercados tradicionales. La eurozona sigue siendo el principal destino de las exportaciones españolas, absorbiendo el 55% del total. Sin embargo, el país ha incrementado significativamente sus exportaciones a mercados no tradicionales como Marruecos, Estados Unidos, China, Turquía y Reino Unido, que en conjunto representaron el 12,1% de las exportaciones en 2023, un aumento de cuatro puntos porcentuales desde 2008.
Este esfuerzo de diversificación es crucial para mitigar los riesgos asociados a la fragmentación comercial y a las represalias comerciales. No obstante, la incertidumbre que rodea a las políticas comerciales de grandes potencias como Estados Unidos y China, y la posible imposición de nuevos aranceles en productos clave, siguen siendo factores de riesgo para el crecimiento sostenido de las exportaciones españolas.
La economía española se enfrenta a un futuro incierto, marcado por los riesgos arancelarios y las tensiones geopolíticas. El sector exterior, que ha sido clave para el crecimiento económico en los últimos años, está ahora en una posición vulnerable, especialmente en sectores estratégicos como el automovilístico. La capacidad de España para adaptarse a este entorno cambiante, mejorar su competitividad y diversificar aún más sus exportaciones será crucial para mitigar los efectos de la fragmentación comercial y mantener su crecimiento en los próximos años.