En la compleja red eléctrica de España, los electrones que se generan en una central eléctrica cualquiera, ya sea hidráulica, nuclear o renovable, se vierten a una red común, y desde ahí, viajan "solidarios" hasta los puntos donde son necesarios, sin importar su origen.
Este concepto de "solidaridad energética" puede servir como metáfora de lo que ocurre en muchos otros ámbitos del país, como la financiación o la distribución de recursos entre las Comunidades Autónomas. Así como los electrones, los territorios también deben colaborar para mantener un equilibrio.
El sistema eléctrico en España opera bajo un principio de interconexión. La energía que se produce en diferentes puntos del país, independientemente de su origen, se transporta a través de las redes de distribución para cubrir la demanda. Es un proceso que asegura que todas las regiones reciban la electricidad que necesitan. Sin embargo, no todas las comunidades generan la misma cantidad de energía que consumen, lo que crea una dinámica de "exportadores" y "consumidores" de electricidad.
Por ejemplo, comunidades como Extremadura, Galicia o Castilla-La Mancha generan mucha más electricidad de la que consumen. En el caso de Extremadura, su gran parque de generación de energía, especialmente debido a la central nuclear de Almaraz, la convierte en una exportadora neta de electricidad. En el otro extremo, encontramos regiones como Madrid, que solo genera el 3,5% de la energía que consume, dependiendo en gran medida de la producción externa.
Según los últimos datos de Red Eléctrica de España (REE), ocho comunidades autónomas se posicionan como exportadoras netas de energía. Extremadura destaca con un excedente de un 163% respecto a su consumo interno, lo que significa que produce más del doble de lo que necesita. Otras regiones como Galicia (163%), Castilla-La Mancha (147%) y Aragón (138%) también contribuyen significativamente a la red nacional. Estas comunidades, muchas de ellas situadas en la España interior y despoblada, se han convertido en los motores de la generación eléctrica.
Por el contrario, hay otras siete comunidades que son importadoras netas de electricidad. Madrid, con su alta densidad poblacional y escasa capacidad de generación, lidera esta lista, seguida por el País Vasco, que solo produce el 40% de la electricidad que consume, y otras regiones como Cantabria, Valencia y Baleares. Este mapa energético refleja una división clara entre las zonas que producen más energía, generalmente en el interior del país, y aquellas que consumen más, ubicadas en las zonas costeras y urbanas.
Una de las claves de esta desigualdad en la producción de electricidad es el tipo de energía que domina en cada región. En las comunidades exportadoras, las energías renovables juegan un papel fundamental. En estas regiones, la producción renovable es tres veces mayor que en las comunidades importadoras. Este hecho está impulsado por una mayor instalación de parques eólicos, solares y plantas hidroeléctricas en el interior del país, donde hay más espacio disponible y menos presión urbanística.
Por otro lado, las regiones importadoras, como Cataluña y Valencia, dependen más de la energía nuclear. En Cataluña, por ejemplo, el 58% de la energía generada proviene de centrales nucleares como Ascó y Vandellós, mientras que en Valencia esta cifra se sitúa en el 44%, gracias a la central nuclear de Cofrentes. Sin embargo, la previsión de cierre de las centrales nucleares programado entre 2027 y 2035 podría aumentar aún más esta diferencia, si no se acelera la instalación de renovables en estas zonas costeras.
Aunque la electricidad fluye de manera solidaria entre regiones, no todas las comunidades perciben este equilibrio como justo. Aquellas que albergan grandes infraestructuras de generación, como centrales nucleares o embalses para la energía hidroeléctrica, soportan una carga considerable. Esto incluye la ocupación del territorio, la modificación del paisaje y, en algunos casos, la percepción de riesgos ambientales.
En este sentido, algunas comunidades exportadoras sienten que otras regiones se benefician de la electricidad producida en su territorio sin asumir las cargas que ello conlleva. Para paliar esta situación, algunas regiones ya han implementado impuestos específicos sobre la generación de electricidad, como el caso de Castilla-La Mancha o Extremadura, que aplican tasas a las grandes infraestructuras. Otra propuesta para mitigar esta desigualdad es reducir los peajes eléctricos a las empresas que se instalen cerca de las fuentes de generación, incentivando así una mayor proximidad entre producción y consumo.
El actual sistema de peajes eléctricos, en el que el coste por el uso de la red depende únicamente del nivel de tensión al que se conecta una empresa, no tiene en cuenta la distancia entre el punto de generación y el de consumo. Esto significa que una empresa situada a solo 10 km de una central paga lo mismo que otra a 500 km. Aunque este sistema está basado en el principio de igualdad, no refleja las cargas territoriales que algunas comunidades asumen al albergar infraestructuras de generación.
En este contexto, es fundamental explorar nuevas fórmulas para equilibrar el sistema energético entre las comunidades. Las soluciones no necesariamente implican romper el modelo actual, pero sí "matizarlo" con medidas específicas. Estas podrían incluir peajes más bajos para las empresas que se instalen cerca de los puntos de generación o incentivos fiscales para las regiones exportadoras. De esta manera, se promovería una mayor equidad en el reparto de los beneficios y los costes de la producción energética.
En última instancia, la energía eléctrica en España es un ejemplo de cómo la cooperación entre territorios puede beneficiar a todos. Los electrones, una vez generados, viajan sin discriminación por todo el país, ayudando a mantener el equilibrio y cubriendo la demanda donde sea necesario. Tal vez, en otros aspectos más polémicos del debate interterritorial en España, como la financiación o la distribución de recursos, podríamos aprender algo de estos pequeños electrones que no entienden de fronteras ni de desigualdad.
Estimaciones en euros y unidades de energía para ilustrar cómo las distintas comunidades autónomas en España contribuyen al balance energético nacional.
1. Extremadura
2. Castilla y León
3. Galicia
4. Castilla-La Mancha
5. Aragón
1. Cataluña
2. Madrid
3. Comunidad Valenciana
Para estimar el valor económico de la energía, utilizaremos el precio promedio del mercado eléctrico. En 2021, el precio promedio estuvo alrededor de 60 euros por MWh, aunque ha habido variaciones significativas.
Cálculo del valor económico (ejemplo con Extremadura):
Aplicando este método a las demás comunidades:
1. Castilla y León
2. Galicia
3. Castilla-La Mancha
4. Aragón
5. Cataluña
6. Madrid