La guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea sigue intensificándose, y uno de los sectores más perjudicados en España ha sido el de la aceituna de mesa. Las políticas proteccionistas de Estados Unidos, iniciadas en 2017 y reforzadas bajo el lema "America First", han afectado a productos europeos estratégicos, entre ellos la aceituna negra española, con graves repercusiones económicas y sociales.
Desde la imposición inicial de aranceles en 2017, las exportaciones de aceituna de mesa española a Estados Unidos han disminuido en un 70%. Este retroceso ha supuesto una pérdida de más de 260 millones de euros en los últimos cinco años. Andalucía, principal productora de aceitunas de mesa, ha sufrido especialmente, con productores locales enfrentando una crisis sostenida debido a la pérdida de su principal mercado fuera de la Unión Europea.
El peaje arancelario, que comenzó con tasas del 35% y posteriormente se redujo al 31%, no ha sido revocado ni siquiera bajo la administración de Joe Biden. La reelección de Donald Trump ha generado renovadas preocupaciones en el sector, pues se teme un nuevo endurecimiento de las barreras comerciales, dirigidas a proteger a los productores californianos.
La economía española, aunque moderadamente expuesta al conflicto comercial en términos generales, no está aislada del efecto dominó que estas medidas generan en el bloque europeo. La interdependencia entre los países miembros hace que cualquier golpe comercial a una nación tenga repercusiones en toda la región.
Alemania, la economía más dependiente de las exportaciones dentro de la UE, lidera la lista de países afectados, con un comercio transatlántico de 157.700 millones de euros anuales. Este panorama resalta la necesidad de adoptar un enfoque estratégico como bloque para minimizar los impactos económicos.
En respuesta a esta crisis, los productores españoles han comenzado a explorar mercados alternativos en Asia, América Latina y otras regiones menos afectadas por las políticas proteccionistas de Estados Unidos. Sin embargo, este cambio requiere tiempo y recursos, y no puede sustituir de inmediato la pérdida de uno de los mercados más lucrativos.
Extremadura, que aporta el 15% de la producción nacional de aceituna negra, también ha sentido profundamente los efectos de los aranceles estadounidenses. Desde la primera ronda de tarifas en 2017, las exportaciones extremeñas de aceituna negra han caído drásticamente, afectando no solo a los agricultores, sino también a la economía regional en su conjunto.
En los últimos cinco años, Extremadura ha exportado 170 millones de euros en productos agroalimentarios y corcho a Estados Unidos, destacando la relevancia de este mercado para la región. Organizaciones como Asaja Cáceres y UPA UCE Extremadura han expresado su inquietud ante un posible recrudecimiento de las barreras arancelarias, que pondría en peligro empleos y empresas locales.
Frente a este panorama, el sector agrícola extremeño necesita implementar estrategias de diversificación y modernización que le permitan competir en mercados globales. Esto incluye explorar nuevos mercados, reforzar la calidad de los productos y mejorar su promoción en el extranjero.