AENA ha anunciado un ambicioso plan de inversión para el periodo 2027-2031 que supera los 12.888 millones de euros, destinados a mejorar la red de aeropuertos en toda España. La noticia ha sido celebrada en muchos territorios, pero en Extremadura solo ha generado indignación. Porque, una vez más, la región queda fuera de las prioridades nacionales. Y lo que es aún peor: se justifica con argumentos que no se sostienen ni técnica ni políticamente.
El aeropuerto de Badajoz, único en la región, no contará con la instalación del sistema antiniebla que permitiría operar con normalidad durante los frecuentes episodios de baja visibilidad. Mientras que otras infraestructuras recibirán cientos o miles de millones para ampliar terminales, construir nuevas pistas o introducir tecnología avanzada, en Badajoz solo se contemplan pequeñas mejoras en señalización y ayudas visuales. Nada que cambie sustancialmente su limitada operatividad.
Según el delegado del Gobierno en Extremadura, el socialista José Luis Quintana, no se instalará el sistema antiniebla porque “los aviones que operan en este aeropuerto no están habilitados con esa tecnología”. Una afirmación que ha generado sorpresa en el sector aéreo y que muchos técnicos ya han calificado de falsa o profundamente engañosa.
La realidad es que la mayoría de aviones comerciales actuales ya cuentan con tecnología capaz de operar bajo condiciones de niebla densa, siempre que el aeropuerto esté equipado con el sistema adecuado de guiado y aproximación, como el ILS de categoría II o III. El problema no está en los aviones, está en la pista, y lo sabe perfectamente AENA, lo sabe el Ministerio de Transportes y lo sabe el delegado del Gobierno.
Utilizar una mentira técnica como excusa es no solo una falta de respeto a la inteligencia de los ciudadanos extremeños, sino también una estrategia política para tapar una decisión deliberada: no invertir en la región.
Desde AENA se ha confirmado que habrá obras menores en Badajoz: renovación de sistemas de información, señalización en pista, ayudas visuales… pero nada que permita solventar el verdadero problema que impide que el aeropuerto funcione durante muchos días del año: la niebla.
Lo más grave es que la falta de este sistema ya ha provocado decenas de cancelaciones en los últimos años, afectando no solo a pasajeros, sino también a la reputación del aeropuerto. Sin el sistema antiniebla, no hay garantía de vuelos regulares, lo que aleja a compañías, frena el turismo, complica los desplazamientos laborales y desconecta aún más a una región que ya parte en desventaja.
El consejero de Infraestructuras de la Junta de Extremadura, Manuel Martín Castizo, ha calificado esta exclusión como “un nuevo agravio para la región”. La Junta ha solicitado una reunión urgente con el Ministerio de Transportes para exigir una rectificación inmediata del plan DORA III. Según ha declarado el propio consejero, no se puede permitir que Extremadura vuelva a quedar al margen de un plan de más de 12.000 millones, del que sí se beneficiarán otras regiones como Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana o Andalucía.
No se trata solo de una inversión desigual: se trata de una estrategia centralista que olvida, una vez más, a una región clave en el mapa energético español pero históricamente relegada en el reparto de infraestructuras.
Extremadura genera una cantidad de energía renovable que abastece a millones de hogares fuera de sus fronteras. La región es un pilar en la transición energética del país. Sin embargo, ese papel clave no se ve correspondido con inversión, infraestructuras ni oportunidades reales de desarrollo.
No hay trenes rápidos. No hay autopistas modernas. No hay aeropuertos operativos de verdad. Y ahora, con la excusa de que “los aviones no están preparados”, el Gobierno central vuelve a cerrar la puerta al crecimiento económico y social de Extremadura.
Las declaraciones de José Luis Quintana han causado malestar incluso entre sectores moderados del PSOE. No solo por la excusa técnica, sino por el tono con el que defiende lo indefendible. En lugar de reclamar lo que es justo para la región, Quintana actúa como un militante más, justificando la marginación con argumentos precocinados desde Madrid.
No se le ha oído exigir soluciones. No se le ha visto defender el derecho de los extremeños a tener un aeropuerto que funcione todo el año. Ha preferido hacer seguidismo político, en lugar de ejercer su papel como representante de todos los ciudadanos, independientemente del color político de su partido.
Mientras que a Badajoz se le niega un sistema básico para operar con niebla, otros aeropuertos recibirán inversiones multimillonarias:
Madrid-Barajas: 4.000 millones de euros para ampliación y modernización.
El Prat (Barcelona): más de 3.200 millones.
Alicante, Málaga, Valencia: cientos de millones para mejorar capacidad y servicios.
Y en Extremadura, nada que permita cambiar la situación actual. Ni un compromiso serio, ni una hoja de ruta clara, ni una fecha de ejecución. Solo palabras vacías y una inversión simbólica que no resolverá absolutamente nada.
La falta de conectividad aérea tiene consecuencias directas en la economía extremeña: menos turismo, menos inversión, menos competitividad. Las empresas necesitan conexiones ágiles, los emprendedores necesitan movilidad, los ciudadanos necesitan alternativas de transporte que no dependan del tren lento o de la carretera secundaria.
Sin soluciones tecnológicas reales, el aeropuerto de Badajoz seguirá funcionando a medias, cancelando vuelos en cuanto haya niebla, perdiendo oportunidades y alejando aún más a la región del mapa económico nacional.