La adquisición de los puertos del canal de Panamá por parte de BlackRock y Mediterranean Shipping Company (MSC) marca un cambio crucial en la infraestructura global y la geopolítica comercial. Con una inversión de 21.000 millones de dólares, el consorcio controlará 45 puertos en diferentes regiones, asegurando que ninguna empresa china tenga injerencia directa en la infraestructura clave del canal.
Cuando Donald Trump llegó a la presidencia en 2017, lanzó acusaciones de que China estaba "operando" el canal de Panamá y que Estados Unidos debía "recuperarlo". En aquel momento, muchos lo tomaron por exagerado, pero la transacción actual le da razón: los puertos estratégicos ya están en manos de BlackRock y MSC, evitando cualquier control chino directo.
La importancia del canal de Panamá radica en su tráfico comercial estratégico. Se estima que alrededor del 66% de las mercancías que cruzan esta vía tienen origen o destino en Estados Unidos, consolidando su papel como una arteria vital para el comercio global.
BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, ha estado ampliando su inversión en infraestructuras con adquisiciones clave. A través de su unidad Global Infrastructure Partners (GIP) y en alianza con Terminal Investment Limited (TIL), ahora ha tomado el control del 80% de Hutchison Ports Holding (HPH), que incluye el 90% de dos puertos panameños clave: Balboa y Cristóbal.
Con este movimiento, BlackRock busca consolidar su estrategia global, aprovechando su experiencia en transporte marítimo y logística, además de sus amplias relaciones gubernamentales.
Para CK Hutchison, el conglomerado de Hong Kong que vendió los puertos, la operación representa un alivio financiero y político. Con el escrutinio creciente en Europa y América, la empresa enfrentaba presiones regulatorias y riesgos políticos que podrían haber afectado su valoración.
A pesar de que los puertos vendidos representaban menos del 10% de sus ingresos, la compañía obtiene 19.000 millones en efectivo, lo que supone casi el valor total de mercado de CK Hutchison. Sus acciones subieron 33% tras la noticia, consolidando la estrategia de su presidente, Víctor Li, quien ahora busca expandirse en otros sectores, con ofertas por Thames Water en Reino Unido y una empresa británica de gestión de residuos.
El acuerdo se cerró con un múltiplo de 13 veces EBITDA, por debajo del promedio de 16 veces que han alcanzado otras operaciones en el sector. Sin embargo, BlackRock y MSC han optado por la compra en un contexto donde la geopolítica ha reducido la competencia y han logrado un precio relativamente más bajo.
El canal de Panamá es un punto neurálgico del comercio mundial. En 2023, por sus aguas transitaron más de 13.000 embarcaciones, con un volumen de carga superior a 500 millones de toneladas. Estados Unidos es el mayor usuario de esta ruta, con un 66% del tráfico total vinculado a su economía.
El control estratégico de los puertos garantiza a EE.UU. una posición privilegiada, asegurando que su comercio no quede sujeto a intereses chinos o de terceros países.
La compra de los puertos del canal de Panamá y otras terminales estratégicas por parte de BlackRock y MSC no solo representa un golpe geopolítico, sino también un movimiento financiero de gran alcance. Con un precio de 22.800 millones de dólares, la operación tiene implicaciones en el valor de mercado de CK Hutchison, en la estrategia de inversión de Larry Fink, y en el panorama de las fusiones y adquisiciones dentro del sector de infraestructuras.
Según estimaciones de Visible Alpha, las empresas adquiridas generarán 1.700 millones de dólares de EBITDA en 2025, lo que equivale a un múltiplo de 13 veces EBITDA.
Para ponerlo en contexto:
El hecho de que BlackRock haya cerrado el acuerdo por debajo de estos valores sugiere que la geopolítica ha jugado un papel clave en la valoración. El escrutinio internacional y la presión sobre CK Hutchison probablemente redujeron su margen de negociación, permitiendo a BlackRock acceder a estos activos a un precio relativamente más bajo.
La transacción le otorga a CK Hutchison una inyección de 19.000 millones de dólares en efectivo, lo que equivale casi a su capitalización bursátil total. Aunque los puertos vendidos representaban menos del 10% de los ingresos del conglomerado, la empresa ha optado por priorizar la liquidez sobre la posesión de activos a largo plazo.
Las acciones de CK Hutchison subieron 33% tras el anuncio, reflejando la confianza del mercado en la estrategia de reestructuración liderada por Víctor Li, quien asumió la presidencia en 2018.
Desde entonces, CK Hutchison ha estado trabajando para reducir su deuda y mejorar la rentabilidad para los accionistas:
A pesar de estos esfuerzos, el grupo sigue cotizando con un descuento significativo en relación con su valor contable. Según datos de LSEG, incluso después de la reciente subida de sus acciones, CK Hutchison solo cotiza al 31% de su valor contable.
Para Larry Fink, CEO de BlackRock, la adquisición es un paso más en su apuesta por el sector de infraestructuras, una estrategia que se consolidó con la compra de Global Infrastructure Partners (GIP). La lógica detrás de este movimiento es clara:
El acuerdo también pone a prueba la capacidad de BlackRock para manejar activos físicos de gran escala. A diferencia de sus inversiones tradicionales en mercados financieros, la gestión de infraestructuras requiere un enfoque operativo más directo, con desafíos regulatorios y logísticos específicos.
Con el capital obtenido de la venta, Víctor Li busca expandirse en sectores estratégicos. Actualmente, la unidad de infraestructuras de CK Hutchison ha presentado una oferta de 9.000 millones de dólares por Thames Water, una de las mayores compañías de agua en Reino Unido.
Además, según informes de Bloomberg, la empresa está evaluando la compra de una compañía británica de gestión de residuos, valorada en 7.000 millones de libras.
Ambas operaciones sugieren un cambio de enfoque: de activos en mercados emergentes con riesgos geopolíticos a inversiones en infraestructuras esenciales en economías desarrolladas, con mayor estabilidad regulatoria y financiera.
La compra de los puertos del canal de Panamá por parte de BlackRock y MSC no solo representa un movimiento financiero estratégico, sino que también refleja el creciente poder de la firma de inversión en la esfera política y económica global. La reciente elección de Friedrich Merz como presidente de Alemania refuerza esta tendencia, ya que el político conservador fue, hasta hace pocos años, presidente de BlackRock en Europa.
El nuevo presidente de Alemania, Friedrich Merz, asumió su cargo con una trayectoria notable en el mundo financiero. Antes de regresar a la política, ocupó la presidencia de BlackRock Alemania entre 2016 y 2020, convirtiéndose en la cara visible de la firma en Europa.
Su rol en BlackRock le permitió consolidar relaciones con grandes inversores institucionales y fortalecer la influencia del gestor de activos en el continente. Durante su tiempo en la compañía, BlackRock expandió su presencia en Alemania y reforzó su posición en la industria de fondos de inversión europeos.
El ascenso de Merz a la presidencia alemana es un ejemplo de la interconexión entre las finanzas y la política, ya que ahora lidera la economía más grande de Europa mientras mantiene vínculos con el mundo corporativo y financiero global.
La compra de los puertos de CK Hutchison no solo consolida la presencia de BlackRock en América Latina, sino que también se alinea con su estrategia en Europa. A través de su unidad Global Infrastructure Partners (GIP), la firma ha realizado importantes adquisiciones en el continente, incluyendo aeropuertos, redes eléctricas y transporte marítimo.
El nombramiento de Merz como presidente de Alemania podría facilitar la expansión de BlackRock en el país y en la Unión Europea, especialmente en sectores clave como energía renovable, logística y digitalización de infraestructuras.
Por otro lado, el cambio de enfoque de CK Hutchison, que ahora apuesta por el Reino Unido con la posible compra de Thames Water y una empresa de gestión de residuos, refleja una tendencia similar: las grandes corporaciones buscan consolidarse en mercados desarrollados con menor incertidumbre política y regulatoria.
Con un múltiplo de 13 veces EBITDA, la compra de los puertos de CK Hutchison por parte de BlackRock se ha cerrado a un precio relativamente bajo en comparación con otras operaciones del sector. Sin embargo, la influencia política y las conexiones con figuras como Merz en Alemania o el propio Larry Fink en EE.UU. podrían generar oportunidades estratégicas a largo plazo.
El control de infraestructuras clave en sectores como el transporte y la energía está cada vez más ligado a la geopolítica y a la capacidad de los grandes gestores de activos para navegar entre intereses gubernamentales y financieros. La presencia de exdirectivos de BlackRock en posiciones de poder político refuerza esta tendencia, consolidando el papel de la firma como un actor global más allá de los mercados financieros tradicionales.